A principios de los 90, Estados Unidos se debatía entre Julia Roberts y Meg Ryan para coronarlas como “novia oficial de América”. Las dos actrices habían protagonizado películas de éxito como Cuando Harry Encontró a Sally o Pretty Woman, y el género donde más cómodas se sentían, la comedia romántica, estaba en su máximo apogeo en aquellos años. Roberts no tardó en ganarse una fama, suponemos que bien merecida, de actriz intratable en los rodajes, diva y caprichosa, a la vez que intentaba demostrar a todos que era una gran actriz en películas más dramáticas y arriesgadas. Ryan, sin embargo, se pasó toda la última década del siglo protagonizando películas donde tenía un papel muy similar. Como si se hubiera convertido en ese personaje, y no pudiera salir de ahí, aunque tampoco lo quería.

La vecinita entrañable y encantadora que intenta tomar buenas decisiones pero se deja llevar por el corazón. Ese prototipo de personaje femenino que hemos visto en tantas y tantas comedias románticas le iba como anillo al dedo a Ryan, que en aquella época se había convertido en todo un seguro en taquilla con películas de este género. Probó suerte con dramas y proyectos algo más independientes, pero la actriz era consciente de que su trabajo era hacer ese tipo de comedias románticas que tanto encantaban al público. Sin embargo, llegó el año 2000 y todo parecía irse a pique. Nuevas estrellas surgidas de la televisión como Jennifer Aniston estaban ahora en la cima, y parecía no haber sitio para Ryan en Hollywood. ¿O es que ocurrió algo más? Nosotros vamos a analizar la carrera de la actriz y vamos a investigar qué está haciendo en la actualidad.

Sus inicios en el cine

Debutó en la gran pantalla en la película Ricas y Famosas cuando contaba solo con 20 años. Durante los 80, su carrera tardó un poco en despegar, y estuvo coqueteando con numerosos géneros, como el terror con Amityville 3D o la acción dramática con Top Gun. Aparecer en aquella película le dio cierto empujón a su carrera, que sería definitivo en 1988 cuando protagonizó la película Cuando Harry Encontró a Sally, junto a Billy Cristal. Aquella descocada comedia romántica se convirtió en un inusitado éxito, y será siempre recordada por escenas como la del restaurante, donde Ryan finge un orgasmo en público. A partir de aquí, la chica se convierte en la reina del género, un título que seguiría ostentando durante buena parte de la década de los 90.

Época dorada como actriz

La mayoría de películas que Ryan protagonizó en los años siguientes tienen que ver con el amor, e incluso llevan la palabra en el título. Adictos al amor, La Fórmula del amor, Sintonía de amor, Cuando un hombre ama a una mujer… Todas ellas películas muy parecidas donde Ryan repetía casi siempre el mismo rol, el de una chica inocente y enamoradiza, la perfecta vecinita de al lado con la que cualquier madre querría ver a sus hijos. Tienes un e-mail, a finales de la década, fue seguramente su gran última película, por la cual conseguiría también su tercera nominación a los Globos de Oro. Sin embargo, el paso del tiempo no perdona, y Ryan ya no era tan joven. Los cuarenta asomaban por el horizonte y parecía que su ciclo en Hollywood se estaba acabando…

¿Por qué Hollywood olvidó a Meg Ryan?

Se pueden dar muchos motivos para entender por qué a partir de los 2000 el rostro de Meg Ryan ya no aparecía tanto en la gran pantalla, o sus películas pasaban a ser intrascendentes poco después de haber sido todo un seguro en taquilla. Una explicación cruel aunque desgraciadamente certera es que al llegar a cierta edad, las mujeres en Hollywood deben reciclarse o ya no contarán con tantas oportunidades. Ryan no podía seguir siendo la excéntrica y adorable soltera enamoradiza para siempre, y con más de cuarenta años aquel papel ya no le sentaba tan bien. Sus excesos con la cirugía estética, notables en su rostro desde hacer años, cambiaron por completo su belleza natural y seguramente también tuvieron algo que ver con ese olvido. Pero la causa más importante fue la infidelidad que tuvo lugar en 2000, durante el rodaje de Prueba de Vida.

La infidelidad a su marido

Aquella película lo tenía todo para ser un exitazo en taquilla. Tenía a Ryan, que venía de hacer Tienes un E-mail y ganarse al público por enésima ocasión, y a la fulgurante nueva estrella australiana, Russel Crowe, que llegaba después del tremendo bombazo que había supuesto Gladiator. La pareja funcionó tan bien en la pantalla que incluso surgieron chispas fuera de ella, y Ryan acabó dejando a su marido, Dennis Quaid, por irse con Crowe. Aquella infidelidad fue aireada y criticada duramente por los medios de comunicación, y vista como una traición no solo al propio Quaid, sino a toda a América. De hecho, la productora intentó minimizar el efecto de esa nueva relación en la promoción de la película, en lugar de intentar aprovecharlo. No sirvió de nada. Fue un fracaso  en taquilla, y el principio del fin para una de las estrellas más rutilantes de los 90.

Meg Ryan en la actualidad

Aquello sucedió hace veinte años, pero está claro que Hollywood ni olvida ni perdona. Ryan cayó en ese limbo de ostracismo y desatención en el que tantos actores famosos acaban al final de su carrera, por malas decisiones, errores extracinematográficos o cualquier otro motivo. La chica lo intentó con nuevas comedias románticas como Kate y Leopold, pero estaba claro que el público ya no le tenía tanta simpatía. Tras rodar películas menores durante la primera década de 2000, Ryan se centró posteriormente en telefilmes y series para televisión. Lo intentó de nuevo en la gran pantalla, ahora como directora, con una película llamada Ithaca donde presumió de reparto de amigos como Tom Hanks, pero ni siquiera eso salvó a la película. Actualmente, Ryan está desaparecida de la vida pública, y no parece que vaya a poder recuperar su lugar.